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martes, 24 de marzo de 2020

Misioneras y misioneros desde Perú

Nos escriben las misioneras y misioneros españoles para compartir cómo están viviendo el avance de la pandemia en diversos lugares del país andino.


Jaime Pedro Ruiz del Castillo es párroco en Moyobamba, misionero diocesano de Toledo, y cuenta cómo, “acatando el decreto presidencial hemos suspendido las Misas para evitar contagios, pero mantenemos la Catedral abierta, previa desinfección de bancas con lejía, y estamos disponibles para confesar a los que, sin aglomeraciones, van acercándose en las horas del día en que hay restringida circulación. A las 12:00 del día y a las 6:00 de la tarde, el obispo y el párroco de la Catedral celebramos la Santa Misa retransmitida y bajo el toque de campanas, impartimos la bendición con el Santísimo para toda la ciudad. Sólo Dios puede parar esto, y nos toca implorar su misericordia como reiteradamente nos está repitiendo estos días la Palabra de Dios, único pan que ahora alimenta espiritualmente a nuestras gentes. Estamos en contacto con ellos con frecuentes cartas y mensajes repartidos por las redes, y hemos multiplicado los sacerdotes la oración”.

La hermana María Henar González escribe desde la diócesis de Lurín. Esta vallisoletana pertenece a las Hermanitas de los Pobres, y expresa su preocupación por aquellos a los que cuida: “Tenemos 35 ancianos, pobres, los más pobres, en este momento no fácil que nos toca vivir, no podemos ni debemos salir de casa ni tampoco dejar entrar a nadie, sabemos que los ancianos son los más vulnerables a esta epidemia del coronavirus, tomamos todas las precauciones que nos dan, hasta ahora no tenemos ningún contagio, le pedimos al Señor nos libre en todo momento. En nuestra congregación, Hermanitas de los Pobres, vivimos de limosna. Las hermanitas salen a pedir, la gente es muy buena, ahora que no podemos salir confiamos plenamente en la Providencia de Dios que no nos falte nada para nuestros ancianos”. La hermana Paloma Fernández-Heredia tiene 81 años y junto a otras cinco hermanas mayores se ha visto obligada a confinarse en la casa, sin que nadie cercano haya tenido la enfermedad.

La hermana Vicenta Gutiérrez, Misionera Dominica del Rosario, explica que “cuando el gobierno decretó el estado de emergencia y cerraron los centros educativos nos pareció precipitado, pero la realidad nos dice que tuvo razón”. Cuenta que Perú “no tiene una organización sanitaria eficiente, pero están haciendo lo que pueden, hay gente muy entregada en este servicio. Estamos en emergencia y con toque de queda de 8 pm a 5am. No debemos salir de casa, sólo a la farmacia, mercado, motivo de salud, pero hay gente que no acata las normas y han sido detenidos 3.000. Hay colas en los establecimientos. Hay dos infectados en Chiclayo. Ayer pasó un camión militar varias veces, llamándonos a la responsabilidad y exigiendo que llevemos mascarilla si vamos a la calle justificadamente”.

Por su parte, a María Teresa Calzada, Dominica de la Anunciata, la pandemia le pilló en España de visita a su familia. “Estoy preocupada”, dice, “porque en Pucallpa donde trabajo ha quedado sola una hermana. Después de preocuparme mucho y de orar he sacado una conclusión. Ante la imposibilidad de ir a mi ‘Misión’ este tiempo, que estoy segura se acabara bien ‘Porque para Dios nada hay imposible’, seré misionera como Santa Teresita y en vez de considerar este confinamiento como una cárcel intentaré verlo como un claustro donde se ora y se está unido a toda la humanidad que sufre”.

Fuente: OMPRESS-PERÚ (24-03-20)