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martes, 10 de marzo de 2015

La Iglesia misionera es contracultura y sociedad alternativa, dice Vito del Prete, misionero y responsable internacional de OMP


El padre Vito del Prete es el Secretario General de la Pontificia Unión Misional, una de las cuatro Obras Misionales Pontificias. Misionero toda su vida, en prácticamente todos los continentes, ha aportado al Simposio de Misionología que ha tenido lugar esta semana en Burgos su visión única, como misionero y como persona que vive el día a día de la Iglesia misionera universal. OMPress le ha hecho una entrevista sobre su exposición, que ha girado en torno a “La evangelización ad gentes, paradigma de toda la obra de la Iglesia”.

-¿Qué significa este término de “paradigma”?

Fue una expresión que utilizó por primera vez la Conferencia Episcopal Italiana, que, aun reconociendo que es un término un tanto clerical, recoge perfectamente el concepto: toda la actividad pastoral, toda la actividad sacramental, la catequética, la caridad con todas sus manifestaciones, si no acaba en la evangelización a los no cristianos, no es auténtica. Comporta que la Iglesia ponga en sus planes y objetivos la missio ad gentes como prioridad.

-En la Iglesia actual se repite mucho “Iglesia diocesana misionera” o “todos en misión”…

A veces ocurre que se repite continuamente la presentación de la Iglesia como misionera como si fuera un “mantra”, que puede recordarnos la imagen de un brujo que repite incansablemente las mismas palabras para invocar la lluvia. En ocasiones, no es más que una misión celebrada, pero no realizada. La actividad de la Iglesia, así, no sale fuera de lo que son los cánones de una pastoral cerrada en sí misma. Los obispos, y los sacerdotes con ellos, están preocupados por resolver los problemas enormes que tienen en sus diócesis, pero no lo lograrán de verdad si no consiguen que toda actividad pastoral tenga estilo misionero.

-¿En qué consiste ese estilo misionero?

El estilo misionero no se limita a llevar el Evangelio casa por casa, sino a actuar como actúan las jóvenes iglesias en misión. No copiando a la letra el modelo, sino actuando como si las iglesias mismas estuvieran en estado de misión. Sus rasgos son claros. El primero, las comunidades cristianas en misión son siempre una minoría – algo que ya se vive en nuestros países occidentales -, por lo que deben tener la fe, identificada y vivida, como motivación y motor. Segundo, han de vivir en un ambiente de pobreza. Ser pobres con los pobres. Tercero, ser conscientes de que viven en un contexto de religiones no cristianas o de sin religión, por lo que las iglesias misioneras están obligadas a dialogar con todos. Cuarto, deben transmitir el Evangelio, según las sensibilidades culturales y religiosas de cada pueblo. Este es el estilo misionero, que viven las Iglesias en la misión. Así se logrará dar responsabilidad a los laicos, no tener autosuficiencia ni en los ministerios ni en los recursos, ser una Iglesia no clericalizada.

-¿Pero, esto qué implica para cada uno de nosotros?

Para un obispo, el recordar que su primer mandato – el que tiene la prioridad absoluta – es “id al mundo entero”, y predicar el Evangelio hasta los confines de la tierra, a aquellos que no conocen a Cristo. Ser obispos misioneros. Antes, los obispos siempre eran fidei donum, personas enviadas…
Pero lo mismo ocurre con los sacerdotes. Son ordenados para la Iglesia universal. Sí, está incardinado a una diócesis, pero es para la iglesia universal… Si al presentarse a la ordenación no están dispuestos a ir a África, a Asia, o a la parroquia de al lado… si no tienen esa disponibilidad misionera, no se les debería ordenar. Y en cuanto a los religiosos, son naturalmente misioneros por su vocación. Es connatural a su estado de vida consagrada. Están llamados a vivir en las fronteras antropológicas y geográficas.
Pero todo laico también tiene, como cristiano, la dimensión misionera. La Iglesia existe para el mundo, y el 99% de ella está formada por laicos. Hay que salir de las sacristías… Es necesario que salga fuera. O la Iglesia es misionera o muere.

-Pero esto es ir a contracorriente…

Si la mentalidad de la sociedad y la de la Iglesia coinciden, hay un problema, porque la Iglesia se convierte en otra institución de sabiduría humana, que aporta su punto de vista… uno más. Y la Iglesia no está para aportar puntos de vista, sino para ser contracultura y sociedad alternativa, por la vivencia del Evangelio. Esos son los valores del Evangelio, los valores misioneros.