El
Domingo 8 de noviembre de 2020 fallecía el Padre Mariano Merchán, a los 90
años, con 67 años de entrega sacerdotal y misionera.
Misiones Toledo
/ Fernando Redondo
Mariano
Merchán, “y Serrano por mi madre” solía añadir, ha sido un testimonio vivo de
entrega misionera, porque en la misión ha forjado toda su vida de servicio al
Evangelio y del encuentro con todos los hermanos, siendo un verdadero forjador
de fraternidad misionera. Han sido 90 años de vida, en los que 67 los ha vivido
con entrega sacerdotal y misionera.
De su
trayectoria sacerdotal nada se podría entender sin los cuarenta años de
servicio misionero en Ecuador, donde por siempre quedó ligado y comprometido;
allí desarrolló abundantes proyectos sociales y pastorales, en los que contó
con la complicidad de instituciones públicas y privadas de Castilla – La
Mancha, que vieron en él una persona entregada sin medida a su pueblo, porque
con el pueblo de Ecuador vivió, lloró y sonrió.
Esa
especial unión misionera con Ecuador le llevó a emprender un nuevo viaje, para
“ayudar y vivir con mi pueblo ecuatoriano” la situación que se vivió en el año
2016, con un terremoto que desoló y provocó muchos damnificados en Ecuador.
Mariano Merchán, con 86 años en aquel momento, no lo pensó y sintió el impulsó
evangélico de estar con los que sufren, haciendo efectivas las bienaventuranzas
en su propia vida.
El
Papa Francisco, en el mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones de este
año, indicaba que “la llamada a la misión, la invitación a salir de nosotros
mismos por amor de Dios y del prójimo se presenta como una oportunidad para
compartir, servir e interceder”. Tres verbos que en la vocación misionera de
Mariano Merchán estaban siempre presente: compartir, servir e interceder.
Por
ello, los últimos años, nunca había dejado de colaborar con la pastoral
misionera, ofreciendo testimonio en muchos centros educativos y parroquias. De
igual manera ha estado colaborando estrechamente con la pastoral de
migraciones. En ambas pastorales, misionera y migraciones, encontraba la
oportunidad de seguir forjando fraternidad misionera, porque eran muchas las
personas que han sentido el acompañamiento de Mariano Merchán.
Humilde
en su vida, como también en su fallecimiento, acogido siempre en el Señor,
presentaba un espíritu y mirada crítica. No se conformaba Mariano Merchán, con
lo que veía, tampoco con las estructuras cerradas, porque siempre ha estado empujado
por el Espíritu Santo, mostrando siempre una gran fidelidad a la Iglesia.
Gratitud
a Dios, en su Trinidad Misionera, es la que están expresando todos los miembros
de la pastoral misionera de la Archidiócesis de Toledo por la vida del Padre
Mariano Merchán. Gratitud por su acompañamiento espiritual y por sus oraciones,
ya que el gran pilar de la animación misionera, la oración, estaba siempre
salvada y segura por este misionero, de pequeña cruz sobre el pecho, de marcada
sonrisa de sus vivencias en La Mancha, como en Villanueva de Bogas, donde
siempre ha quedado marcada su pastoral parroquial, de consejos siempre vividos
desde el Evangelio.
Oremos
por el Padre Mariano Merchán, dando gracias por los frutos de su vida pastoral,
que son de Jesucristo, y pidiendo por el eterno descanso de su alma, porque
ahora él nos seguirá acompañando a todos los que viven la animación misionera
en Ecuador, en la Archidiócesis de Toledo y en tantos lugares en los que
Mariano Merchán ha dejado huella, anunciando a Jesucristo, anunciando siempre
desde la alegría del Evangelio.