Todos los que trabajamos y colaboramos en las
Obras Misionales Pontificias de España, queremos agradecer, con sinceridad, a
todos los que desde tantos sitios del mundo nos están acompañando en este
momento de dolor.
Desgraciadamente el Señor se ha
llevado al que ha sido Director de esta institución misionera de la Iglesia,
don Anastasio Gil García, pero damos gracias a Dios por habernos dejado
compartir con él y con su familia estos momentos, tristes, sin duda, pero a la
vez bonitos, porque hemos acompañado al que ha sido nuestro guía y maestro
durante los pasados 18 años.
De don Anastasio hemos aprendido
muchas cosas. Nadie, sin duda, puede negar su capacidad de trabajo, su espíritu
de servicio y sacrificio, su honradez y preocupación por la transparencia en
todos los trabajos y negocios que se han realizado. Pero sobre todo, lo que más
nos ha ayudado es su profundo y gran espíritu misionero, que nace de su amor,
grande y tierno, a Dios y a la Iglesia.
Todos los que colaboramos y
trabajamos en las OMP, tanto en la sede nacional como en las distintas sedes
diocesanas, hemos aprendido a amar con él y de él el deseo de llevar la luz de
la fe y el amor de Dios a los hombres y mujeres que todavía no tienen la
alegría de conocerle.
En nombre de todos ellos, doy
gracias a todos los que hoy nos encomiendan en sus oraciones; doy gracias a don
Anastasio por su trabajo, por su fidelidad y por su honradez y doy gracias a
Dios por habernos dejado estar junto a él estos años.
José María Calderón Castro
Subdirector Nacional
Obras
Misionales Pontificias
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